Mi amigo asesino fue encontrado asesinado en la rivera con 6 balazos policiales. Plomos policiales, de lo cuales la policía jamás se hizo cargo. Montaron con sus restos la escena de un cadáver, con agujeros (o casualidad!!) de 9mm , sin zapatillas, sin dinero, sin documentos y valga la redundancia sin vida.
Y aunque mi amigo asesino asesinado, tenia menos de amigo mió de lo mucho que si tenia de asesino… su muerte me fue tan mía, como una faca helada y filosa atravesándome el corazón, como una reprimido llanto doliendo y aguantando en mi pecho ya que el no era digno de derramar lágrimas… quisiera quitarle una bala para para clavarla en mi cien y así compartir su dolor, una no me vendría mal!!, solo le correspondían 5!!, denle solo cinco, hijos de putas!!…pero ya es demasiado tarde…todo es inútil.. Ya no esta, y las balas nunca vuelven atrás…
Su existencia se consumió como la pasta base que quemaba a diario en su pipa, chisporroteando como la birulana en el final del pipaso.
Se merecía la muerte y no se si sufrió o no… pero hablando de merecimientos, le era meritorio, antes de partir a la nada, padecer todo el daño que causo; total agonía y dolor porque mi amigo asesinado era terrible hijo de puta, era un canalla.
Lo que jamás se mereció fue la madre que le toco, aquella que lo mando a robar a los 5 años, esa misma que abuso de el sin importar y desde tan pequeño se empeño en resentirlo contra el mundo, que lo abandono, esa mala madre que no eligió. Mucho menos el forro mal parido del padre que jamás estuvo, que se digno a aparecer cuando ya era demasiado tarde, cuando ya el no lo necesitaba pues mi amigo ya había asesinado y cualquier condena le quedaba chica, tanto dolor, tanta soledad, tanta mierda, eso si no lo merecía. Doy fe no lo merecía…
Buscando en las noticias me encontré con su última y tan poco animada foto. Yacía allí en entre la mugrienta contaminación característica de las costas del riachuelo y media cabeza angorrada de policía a la derecha del cuadro. Allí que aunque estaba tendido de espaldas se le reconocía, con una remera roja a lo cabeza (era un negro muy cabeza), inerte, 19 años de vida echados a perder en una bocanada de nada, un jean azul oscuro como su culo que cago fuego, en medias rosadas de verde pasto y con una pulsera de esas de madera y con imágenes de santos, santos que se le debían estar cagando de risa desde algún lugar del cielo, de ese cielo aquel en el cual yo no creo, ni el, mi amigo asesino asesinado creía...




Tripacio El Proxetetta